¡HOLA! Soy Diego Puertas, un joven muy curioso, estudiante, emprendedor, inversor y quizás también un poco “cuñao”, no lo niego…🙃
Vladimir Putin es conocido como el "presidente accidental" de Rusia, ya que su ascenso al poder sucedió extraordinariamente rápido. Después de su nombramiento como primer ministro de Rusia, muchos se sorprendieron de que un don nadie de traje gris como Putin se encontrara de forma repentina con tanto poder.
Parece que la ascensión de Putin no fue ni mucho menos casualidad. De hecho, ex-agentes de la KGB
habían estado observando de cerca su carrera desde que se unió a la administración de la alcaldía de Leningrado.Tanto antes como a lo largo de su tiempo en la política, Putin se ha codeado con agentes de la KGB, y su presidencia se ha asegurado de que su poder se consolide en la política rusa.
En el artículo de hoy, hablaremos sobre la interesante historia de Putin, para ello, he extraído información del libro Putin´s people, tratando de condensar la historia de Putin y la afectación que está teniendo, tanto para los rusos como para los occidentales en la actualidad.
Como siempre digo, no tengo la verdad absoluta, si crees que algo está mal, ves necesario añadir algo o simplemente quieres dejar un comentario, te invito a ello.
Inicios de Vladimir Putin.
Desde niño, Putin soñaba con unirse a la KGB, la fuerza policial secreta de la Unión Soviética. Estaba ansioso por seguir los pasos de su padre, tan ansioso, que de hecho, llamó a la oficina local de la KGB en Leningrado y pidió unirse antes de graduarse de la escuela.
A lo largo de su educación, Putin se inscribió exactamente en los programas y clases a los que la oficina de la KGB lo dirigía y siguió sus órdenes con la máxima precisión. Mientras esperaba acabar su formación escolar, descargaba su agresividad, practicando judo.
En 1985, ya como nuevo miembro de la KGB, Putin llegó a Dresde, Alemania Oriental. Fue allí donde se encontró por primera vez con las misiones secretas, el contrabando y los asesinatos. Cuando Putin llegó a Dresde, la ciudad era poco más que un remanso de Alemania Oriental.
En total, solo había seis oficiales de la KGB destacados allí. Mientras tanto, la propia Alemania Oriental estaba al borde de la bancarrota y el gobierno del Partido Comunista estaba en peligro de colapsar. Al detectar estos problemas, la KGB lanzó una misión secreta (llamada Operación Luch) en la que su objetivo era construir una red de agentes para unirse a los círculos políticos, con el fin de que la presencia de la KGB en Alemania sobreviviría, incluso si el país se reunificara.
Gran parte del papel de Putin en esta operación sigue siendo un misterio. Sabemos que Putin eventualmente se convirtió en el principal oficial de enlace de la KGB con la Stasi, la policia secreta de Alemania Oriental. Incluso tenía su propia tarjeta de identificación de la Stasi, lo que le dio acceso a los edificios de la Stasi y le facilitó el reclutamiento de agentes para la Operación Luch.
El terrorismo, también fue una parte importante de la misión y de las operaciones secretas de la KGB y la Stasi. En particular, la policía secreta estuvo profundamente involucrada con la Facción del Ejército Rojo, un grupo marxista en Alemania Occidental que ayudó a proteger los intereses de la KGB. En una ocasión, el presidente de la principal institución financiera Deutsche Bank se dirigía al trabajo cuando detonó una granada en su automóvil, matándolo instantáneamente. Posiblemente, esa explosión la haya provocado un miembro de la Facción del Ejército Rojo, y sabemos que este grupo aprendió técnicas militares precisas de detonación en campos de entrenamiento conectados con la Stasi. Con la muerte del presidente, Deutsche Bank se debilitó y un banco afiliado a la Stasi tuvo la oportunidad de fortalecerse.
Cómo los oligarcas, ganaron influencia.
En la época de la Unión Soviética, el gobernante Partido Comunista y la KGB eran como uña y carne. La larga lista de delitos financieros que cometieron juntos es prácticamente interminable. Uno de sus esquemas conjuntos involucró a la KGB, contrabandearon físicamente millones de dólares a grupos de tendencia izquierdista en el extranjero. Legalmente, estos fondos debían extraerse de las donaciones al Partido Comunista. Entonces, el gobierno envió su propio dinero a los miembros del Partido Comunista, que luego lo trasladaron al extranjero a través de la KGB.
A través del Partido Comunista, la KGB tenía el control de las finanzas y la economía de todo el país. Sin embargo, todo cambió en la era de las reformas liberales. En octubre de 1991, el presidente Yeltsin firmó una orden para abolir la KGB y dividirla en cuatro departamentos domésticos separados. A pesar de este cambio, los ex-agentes de la KGB continuaron sirviendo como asesores, ocupando cargos gubernamentales y controlando el sector petrolero durante la primera mitad de la década de los 90´s.
Sin embargo, pronto el poder de los agentes comenzó a erosionarse. Esto fue debido a las amplias reformas democráticas de Yeltsin, que incluían la privatización de varias industrias. De repente, un grupo de jóvenes magnates de los negocios, más tarde conocidos como oligarcas, comenzaban a ganar poder.
A pesar de sus intentos de reforma, las arcas estatales de Yeltsin se estaban agotando. En respuesta, un banquero llamado Vladimir Potanin propuso otro ingenioso esquema, conocido como privatización de préstamos por acciones. A cambio de ayudar al gobierno ruso con préstamos, él y sus colegas magnates recibirían participaciones en algunas de las mayores empresas de petróleo y otros recursos del país.
Las privatizaciones de préstamos por acciones permitieron a los magnates ganar un enorme poder e influencia, eclipsando con creces el de los ex-funcionarios de la KGB.
Uno de estos acuerdos, por ejemplo, le dio a Potanin una participación mayoritaria en Norilsk Nickel, una empresa cuyas ganancias fueron de $1.2 mil millones en 1995. Para obtener esa participación, todo lo que tuvo que hacer fue prestar $170 millones al gobierno. Como era de esperar, el gobierno dejó de pagar el préstamo. Así que Potanin obtuvo la participación en Norilsk Nickel por poco más que el precio del préstamo.
Los nuevos oligarcas, ahora tenían un poder masivo sobre las diversas industrias de Rusia. Pero cerca, en San Petersburgo, los agentes de la KGB todavía ejercían su control.
El nacimiento político de Putin.
A principios de 1990, cuando la Unión Soviética se estaba derrumbando, se ordenó a Vladimir Putin que regresara a Leningrado, como se conocía entonces a San Petersburgo. Allí, fijó su mirada en el floreciente movimiento a favor de la democracia de Leningrado. Parecía peligrosamente probable que el movimiento perturbara el dominio del Partido Comunista sobre la política de la ciudad.
Pronto, Putin se convirtió en el enlace entre la KGB y un hombre llamado Anatoly Sobchak, quien era un profesor de derecho carismático, que frecuentemente hablaba en público a favor de la democracia y en contra de la KGB. Sin embargo en privado la cosa cambia, ya que podría haber tenido tratos no oficiales con la organización. En mayo de ese año, Sobchak fue nombrado nuevo presidente del consejo de la ciudad, con Putin como su mano derecha.
Sobchak se convirtió en alcalde con la ciudad en mal estado. Sus arcas estaban vacías, los estantes de las tiendas contenían poco más que pepinos encurtidos y la vigilancia policial era laxa, lo que significaba que los delincuentes y el crimen organizado tenían rienda suelta para extorsionar a las empresas locales.
Era un caos. Pero lo que surgió de ese caos fue una alianza entre la alcaldía y la KGB, que permitió a la organización manejar la economía de la ciudad a su antojo. El enriquecimiento de la KGB, comenzó con la creación de un fondo para sobornos. Este fondo podría usarse para canalizar efectivo a la KGB para su uso personal y para operaciones estratégicas.
Para crear este fondo, el comité de Putin otorgó licencias de exportación por valor de 95 millones de dólares a una serie de empresas fachada. Empresas que aparentemente, traerían importaciones de alimentos. La ciudad necesitaba desesperadamente la comida, pero prácticamente todo fue a parar al fondo.
La KGB, también tomó el control del puerto marítimo de Leningrado, que era dirigido por Viktor Kharchenko. Un día de 1993, la policía paró a Kharchenko, lo sacaron del tren en el que viajaba y lo acusaron de malversación de fondos. Finalmente fue liberado, pero los hombres de la KGB ya instalaron a un hombre aliado en su lugar. Algo similar, sucedió también con la terminal petrolera de Leningrado.
El ascenso meteórico de Putin.
El alcalde de San Petersburgo, Anatoly Sobchak, perdió su campaña para la reelección en el verano de 1996. Vladimir Putin, fiel a Sobchak, renunció inmediatamente de la administración de la ciudad.
Menos de un mes después de su renuncia, Putin fue invitado a Moscú. Se le pidió que asumiera el cargo de jefe adjunto de la administración del Kremlin. Finalmente fue bloqueado de ese papel. Pero en su lugar, se convirtió en jefe del departamento de propiedad extranjera del Kremlin. La posición, representaba el núcleo de la riqueza imperial de Rusia.
Rápidamente, fue recibiendo varios ascensos sucesivos. Primero, se convirtió en jefe del Departamento de Control, donde se aseguró que las órdenes del presidente se cumplieran dentro de lo que se consideraban regiones "rebeldes". Tres meses después, fue nombrado director del FSB, la estructura de servicios de seguridad que sucedió al KGB.
El lunes 9 de agosto de 1999, llegó un anuncio impactante para todos, Putin se convertiría en el nuevo primer ministro de la nación.
Su ascenso fue meteórico…¿Cómo pudo Putin tener un ascenso tan rápido?
Mirando su trayectoria, parece que estaba siendo impulsado por ex-generales de la KGB. Se necesitaba una persona que estuviera dispuesta a cooperar con ellos, seguir sus órdenes y aparecer frecuentemente en televisión. Putin era esa persona.
Cuando llegó al poder, poca gente le conocía y era un personaje sin mucho carisma, sin embargo, tras los tres atentados de septiembre de 1999, tomó la iniciativa y se convirtió a ojos de la ciudadanía, el comandante jefe del país.
Se atribuyó los atentados a los combatientes chechenos, por lo que Putin dirigió una campaña de ataques aéreos en Chechenia. Se dirigió públicamente al pueblo ruso, prometiendo contraatacar y vengar por los rusos inocentes que habían muerto.
La historia de los atentados, es inquietante, algunos investigadores, creen que los atentados fueron coordinados en secreto por el FSB. Sea esto cierto o no, los atentados ciertamente permitieron a Putin obtener un gran apoyo público.
Putin sabía donde estaba el poder, en la industria petrolera.
Al comienzo del reinado de Putin, pocas personas predijeron que el país se dirigía hacia el autoritarismo. Sin embargo, algunas si que lo vieron.
Uno de estos pocos proféticos fue un oligarca llamado Boris Berezovsky, dueño de un canal de televisión llamado ORT. El canal dedicó gran parte de su tiempo a criticar a Putin.
Furioso con la forma en que ORT lo trataba, Putin ordenó una investigación a Berezovsky por denuncias de malversación de fondos. Finalmente, estas acusaciones obligaron a Berezovsky a huir de Rusia. El derribo de ORT por parte de Putin marcó el comienzo de su toma de los medios.
Pero el poder no estaba solo en los medios, y fijó su mirada en acabar con los magnates del petróleo.
Después del colapso de la Unión Soviética, el estado ruso perdió su monopolio sobre la industria petrolera, que rápidamente se dividió en cuatro compañías separadas: Lukoil, Yukos, Surgutneftegaz y Rosneft. Gracias a las privatizaciones de Yeltsin y al esquema de préstamos por acciones, la industria petrolera estaba firmemente en manos de los oligarcas.
Cuando Putin reemplazó a Yeltsin, los precios del petróleo habían comenzado a subir, por lo que las fortunas masivas de los oligarcas, aumentaron. La misión de Putin se convirtió en recuperar el control del sector petrolero. Rosneft ya estaba bajo control estatal y el director de Surgutneftegaz estaba estrechamente relacionado con la KGB. Por lo que tenía que “conquistar” dos empresas: Lukoil y Yukos.
Al igual que la represión mediática de Putin, la adquisición de Lukoil comenzó con una investigación falsa. En el año 2000, uno de los directores de Lukoil, Vagit Alekperov, fue acusado de fraude fiscal. Luego, dos años más tarde, el primer vicepresidente de Lukoil fue drogado y secuestrado por hombres enmascarados que vestían uniformes de policía. Una semana después, el gobierno anunció que Lukoil había acordado pagar al gobierno $103 millones en impuestos atrasados. Posteriormente, Lukoil y el Kremlin parecen haber llegado a un acuerdo y parte de la participación de Alekperov en Lukoil pertenecería en secreto a Putin, aunque Lukoil niegara que fuese así.
Por tanto, solo quedaba Yukos. Sin embargo, el propietario de la compañía petrolera, quien era el hombre más rico de Rusia en ese momento, no quería entregar su negocio de buena gana. Cuando Vladimir Putin trató de tomar el control de Yukos, el dueño, Khodorkovsky se negó a doblegarse a la voluntad del presidente. Contrató a ejecutivos occidentales y fabricantes de equipos de perforación para afianzar la empresa en los mercados occidentales. Creó Rusia Abierta, una organización filantrópica que enseñó a los adolescentes rusos los principios de la democracia. Incluso hizo una presentación acusando al gobierno ruso de corrupción, en una reunión en la que estuvo presente el propio Vladimir Putin.
Sin embargo, a pesar de sus movimientos tan audaces, la represión de Putin resultó demasiado para él. Y a principios de la década de los 2000, Khodorjovski invirtió millones de dólares en financiar a los opositores políticos de Putin, incluidos los del Partido Comunista. Su influencia política era considerable y había obtenido suficientes votos parlamentarios para bloquear la aprobación de proyectos ley del Kremlin.
En una cena privada, Putin ordenó a Khodorkovski que dejara de financiar a los comunistas y como era de esperar, Khodorkovsky se resistió. En respuesta, Putin rápidamente comenzó a tomar medidas importantes contra el oligarca y Yukos.
Primero, la policia arrestó al jefe de seguridad de Yukos, Alexei Pichugin, y lo acusó de asesinato. Luego, arrestaron a la mano derecha de Khodorkovsky, Platon Lebedev. Las investigaciones provocaron la caída en picado de las acciones de Yukos. Unos meses más tarde, los comandos del FSB armados con ametralladoras comenzaron a asaltar lugares relacionados con Yukos en todo Moscú. Finalmente, el propio kodorkovsky fue arrestado.
Durante ocho meses antes de su juicio, Khodorkovsky estuvo detenido en una prisión de Moscú. Afirmó que se trataba de un abuso de poder ilegal que sentó un peligroso precedente. Los procedimientos judiciales en sí fueron dictados por el Kremlin, el juicio fue apresurado y Khodorkovsky finalmente recibió una sentencia de prisión de ocho años por fraude fiscal.
En público, Putin y sus hombres insistieron repetidamente en que el juicio de Khodorkovsky no se trataba de una toma de poder simplemente se trataba de un oligarca deshonesto que necesitaba ser juzgado. No obstante, el proceso terminó cuando el Kremlin disolvió Yukos y se apoderó de muchos de sus activos. Antes de la ruptura de Yukos, el 80% de la producción de petróleo de Rusia estaba en manos privadas, tras su ruptura, era solo el 45%.
El terrorismo fue su gran arma propagandístico.
Miércoles 23 de octubre de 2003 en el teatro musical Dubrovka de Moscú, unas pocas millas al sur del Kremlin. Novecientos miembros de la audiencia llenaron los asientos mientras los bailarines de claqué saltaban por el escenario.
Cuando se abrió el segundo acto del musical, 40 combatientes chechenos armados irrumpieron en el teatro, disparando tiros de advertencia con rifles de asalto al aire. Comenzaron a cablear el edificio con explosivos y sellaron el auditorio. Mujeres que vestían hiyabs negros y cinturones explosivos se posicionaron entre las filas.
Los combatientes chechenos que ocupaban el teatro exigían el fin de la guerra de Rusia en la República de Chechenia. Le dieron al gobierno siete días para retirar sus tropas, de lo contrario, volarían el teatro.
Tres días después del asedio, los servicios de seguridad rusos liberaron un gas en el auditorio. El gas fue indiscriminadamente mortal, noqueó a los chechenos, pero también mató a 113 rehenes. En lugar de traerlos para interrogarlos, el FSB
mató a tiros a los chechenos.El motivo del mal manejo de la situación sigue siendo un misterio. Pero desde el Kremlin afirma que el ataque en realidad había sido planeado por el jefe del FSB, Nikolai Patrushev, para aumentar el apoyo nacional a la guerra de Chechenia y pintar a Putin como un héroe.
Sea esto cierto o no, la situación hizo que los líderes mundiales y locales elogiaran a Putin. En su opinión, se había asegurado de que la situación no fuera aún peor. Sus calificaciones en Rusia aumentaron, el FSB fue recompensado con un aumento en la financiación y se permitió que el ejército intensificara su actividad en Chechenia.
El Kremlin ya tenía poder nacional, pero debía ser internacional.
En 2004, justo cuando Yukos estaba siendo disuelta y sus activos absorbidos por el Kremlin, algunas otras transacciones en la bolsa de valores de Moscú le sumaron más poder a Putin.
Las acciones de una compañía de seguros llamada Sogaz, que pertenecía a Gazprom, controlada por el estado, se vendieron a un precio con descuento a tres compañías oscuras. Los tres resultaron estar conectados con Bank Rossiya, un banco de San Petersburgo que era el bastión de Yury Kovalchuk, un antiguo aliado de Putin.
Las transferencias de Gazprom transformaron al Banco Rossiya en una gran potencia financiera. Y el Kremlin podría usarlo como quisiera. En gran parte, este nuevo fondo, se utilizó para enriquecer personalmente a Putin y sus compinches de la KGB. Y para financiar operaciones políticas en el extranjero, comenzando con Ucrania.
En noviembre de 2005, había pasado un año desde que el candidato pro-occidental Victor Yushchenko ganó la presidencia de Ucrania. Rusia estaba enojada y molesta por esto, por lo que tomó represalias. Sabiendo que Ucrania todavía dependía de Rusia para el gas, el Kremlin amenazó con aumentar drásticamente los precios si Ucrania no aceptaba comprar más gas a través de una empresa intermediaria llamada RosUkrEnergo.
Finalmente, Yushchenko estuvo de acuerdo y se le otorgaría a RosUkrEnergo el monopolio de todos los suministros de gas de Ucrania, además del acceso a la mitad de su mercado de distribución nacional. Generaría una ganancia potencial de miles de millones de dólares para el principal accionista de la compañía y compinche de Putin, Dmitriy Firtash.
Sabiendo que el acuerdo comprometía al presidente Yushchenko, poco después, el parlamento ucraniano aprobó una moción de censura al gobierno. En agosto de 2006, el excandidato presidencial prorruso, Victor Yanukovych, se convertiría en primer ministro.
La red rusa de empresas sospechosas y fondos para sobornos apenas comenzaba a expandirse internacionalmente.
Su próximo objetivo era Londres:
Gracias al aumento de los precios del petróleo, la fortuna de Rusia creció a principios de la década de 2000. Una floreciente clase media podía comprar en los centros comerciales de estilo occidental. Incluso en la remota Siberia, los restaurantes servían cordero de Nueva Zelanda y vino de Francia.
Estos tiempos de abundancia, también permitieron que las empresas rusas comenzaran lentamente a cotizar sus acciones en las bolsas de valores occidentales, especialmente en Londres. Solo en 2005, ganaron más de $4 mil millones en ventas de acciones en la capital británica. Comparativamente, en los 13 años posteriores al colapso soviético, las acciones de las empresas rusas solo generaron $1.4 mil millones en todos los mercados combinados.
La bolsa de valores de Londres fue particularmente atractiva para los rusos. En comparación con los requisitos para que las empresas cotizaran en la Bolsa de Valores de Nueva York, los requisitos de Londres eran más laxos. En Occidente creían que, al obligar a los rusos a adherirse a un estándar occidental de transparencia, desalentarían los tratos financieros turbios por parte de los rusos.
Pero, de hecho, la presencia de los rusos en Londres hizo exactamente lo contrario. La infección comenzó con el oligarca ruso Roman Abramovich, quién había saltado a la fama durante la era de Yeltsin, pero que demostró ser leal a Putin. Le pidió que se dirigiera a Londres y comprara el Chelsea Football Club, Abramovich lo hizo. Putin había adivinado con precisión que gracias al fútbol se podía lograr que los británicos aceptaran la presencia rusa.
En ese momento, el gobierno ruso tenía una participación de control del 51% en varias de las principales empresas rusas, como la caja de ahorros Sberbank y el antiguo banco de comercio soviético, VTB. Eso significaba que los occidentales eran libres de repartirse el otro 49% de las acciones en cada una de estas empresas.
Rusia utilizó a Ucrania para librar una guerra de poder contra Occidente.
Después de que terminó el segundo mandato de Putin en 2008, Dmitry Medvedev asumió la presidencia rusa. Muchos en Occidente esperaban que hiciera que la economía de su país volviera a un sistema de mercado más libre. Su voluntad de cooperar con los líderes occidentales parecía una señal de que el liberalismo estaba de nuevo en alza en Rusia.
Desafortunadamente, muchas de las acciones de Rusia al principio de la presidencia de Medvedev socavaron esta esperanza. En agosto de 2008, Rusia intensificó la acción militar en la ex-república soviética de Georgia, de tendencia occidental. Esto terminó con cualquier esperanza que el país tenía de unirse a la OTAN. Y Medvedev extendió el mandato de su sucesor a seis años en lugar de cuatro. Esta fue una señal clara de que Putin estaba esperando entre bastidores para regresar como presidente de Rusia. Y esta vez, Putin estaba listo para extender aún más su alcance político.
Putin recuperó la presidencia en 2012, sus esquemas financieros y los de sus compinches volvieron con toda su fuerza. Pero no todo fue bien para Rusia económicamente. El crecimiento del precio del petróleo se estaba desacelerando y los empresarios tenían miedo de invertir en un sistema que podía asaltarlos, amenazarlos o encarcelarlos en cualquier momento. Sin embargo, en lugar de intentar reformas, Putin optó por continuar con su proyecto de expansión imperial.
En febrero de 2014, Rusia amenazó con ir a la guerra con Ucrania por una base militar rusa en Crimea, si Ucrania no revertía su trayectoria pro-occidental. En la mañana del 27 de febrero, tropas enmascaradas y sin insignias militares asaltaron el parlamento de Crimea. Izaron una bandera rusa sobre el edificio y rápidamente se convocó un referéndum para votar sobre la unión de Crimea a Rusia. Los habitantes de Crimea votaron a favor.
En respuesta, Europa y EE. UU. implementaron sanciones dirigidas al círculo íntimo de Putin. Pero el conflicto en Ucrania siguió escalando y extendiéndose al este de Ucrania. A los combatientes rusos, o "voluntarios", como los llamó cautelosamente Rusia, se unieron militantes locales prorrusos que utilizaron equipo militar ruso. Solo después de que se completó la anexión de Crimea, Putin finalmente admitió que algunos de estos llamados "voluntarios" habían sido tropas rusas.
La anexión de Crimea y la subsiguiente guerra en el este de Ucrania fue nada menos que una guerra indirecta contra Occidente. Lo que sucedió allí fue una señal de advertencia de la turbulencia que los rusos pronto crearían en otros lugares.
Después de anexar Crimea, Putin continuó canalizando dinero y cultura hacia Occidente.
A lo largo de las décadas de 2000 y 2010, Putin y sus hombres canalizaron dinero negro hacia Occidente a través de una serie de esquemas complejos de lavado de dinero.
Algunos de estos esquemas involucraron compañías extraterritoriales que recibieron pagos canalizados de magnates cercanos a Putin. Otros involucraron a compañías ficticias que firmaron acuerdos de préstamos falsos entre ellos, acuerdos que luego se utilizaron para sacar dinero de Rusia. Luego hubo intercambios espejo. Estos permitieron a los inversores comprar acciones rusas en rublos rusos, mientras que empresas aparentemente desconectadas vendieron la misma cantidad de acciones a través del Deutsche Bank en Londres.
Con trucos como estos, Rusia canalizó dinero hacia Occidente. Pero además del dinero en efectivo, Putin también quería difundir la cultura.
Las ONG occidentales como Open Society de George Soros intentan difundir los principios del liberalismo, la democracia y los derechos humanos en todo el mundo.
Inspirándose en estas organizaciones, los hombres de la KGB de Putin comenzaron a formar sus propias ONG. Los suyos, sin embargo, buscaban cultivar una ideología basada en los principios de la ortodoxia rusa. Se centró en la tradición, la sumisión al estado y la intolerancia a la homosexualidad.
Con este fin, se utilizó efectivo ruso, tanto oficial como no oficial, para crear una red de agencias. Las agencias promovieron la versión del Kremlin de los acontecimientos mundiales, además de popularizar el idioma y la cultura rusos. El mismo dinero se uso para financiar campamentos juveniles paramilitares cosacos rusos, un grupo de motociclistas paramilitares llamado Night Wolves, así como la Fundación de San Vasily the Great, cuyo objetivo supuestamente era difundir los valores ortodoxos pero en realidad financió a los separatistas pro-Kremlin en Ucrania.
Además de difundir este sabor particular de la cultura eslava a través de las ONG, los hombres de Putin usaban fondos para sobornos para apoyar a los partidos antisistema europeos de extrema izquierda y derecha, particularmente en la República Checa, Hungría, Bulgaria y Austria.
Al cultivar el extremismo en estos países, Rusia pretendía debilitar a la UE y potencialmente romper su consenso sobre las sanciones contra Rusia. Pero pronto, fijó su mirada en objetivos más grandes de Europa occidental como Francia, Alemania e Italia. Y en el Reino Unido, el dinero del Kremlin se derramó en las arcas conservadoras. El jefe de seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, incluso desarrolló una estrecha relación con Boris Johnson, el hombre que encabezaba la campaña del Brexit que debilitaría aún más a la UE.
No pasó mucho tiempo antes de que Estados Unidos también entrara en la mira de Rusia en la forma de Donald Trump.
Rusia encontró un aliado en el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Mucho antes de que Donald Trump anunciara sus intenciones de postularse para presidente, ya tenía tratos con los rusos.
Todo comenzó con un hombre llamado Shalva Tchigirinsky, un contrabandista de antigüedades del que se rumoreaba que tenía vínculos con el infame grupo del crimen organizado Solntsevskaya. Conoció a Trump por primera vez en el Taj Mahal en Atlantic City, Nueva Jersey. Quedó impresionado por el brillo y el glamour del casino.
Tchigirinsky fue solo el primero de una larga lista de hombres de dinero vinculados a la KGB con los que Trump tuvo tratos, desde la década de 1990 hasta el presente.
A lo largo de las décadas de 1990 y 2000, Trump se acercó a los empresarios emigrantes rusos que frecuentaban su casino Taj Mahal. En un caso, los emigrantes Felix Sater y su socio, Tevfik Arif, se ofrecieron a financiar y construir una serie de desarrollos de lujo para Trump. A cambio, Sater y Arif utilizaron los proyectos de desarrollo para ingresar dinero en efectivo a los EE. UU.
Muchos otros empresarios propusieron proyectos a Trump, la mayoría de estos no se materializaron. Pero cuando Trump hizo su candidatura a la presidencia, a partir de 2015, los rusos intensificaron sus tratos con él. Sater desarrolló una relación con el abogado de Trump, Michael Cohen. Discutieron una posible Torre Trump en Moscú. Sater escribió: "Pondré a Putin en este programa y haremos que Donald sea elegido".
La familia de Trump también comenzó a involucrarse. En junio de 2016, un periodista inglés le escribió a Donald Trump Jr., el hijo de Trump, que conocía a un abogado de Moscú que podía ofrecer información falsa sobre Hillary Clinton, y Donald Jr. parecía interesado. Inicialmente, la oferta parecía ser un fracaso. Pero a mediados de junio de 2016, un grupo de piratas informáticos rusos llamado Guccifer 2.0 pirateó los servidores informáticos de la Convención Nacional Demócrata. Luego, un mes antes de las elecciones, WikiLeaks comenzó a publicar correos electrónicos enviados por el presidente de la campaña de Clinton, John Podesta.
Cuando saltó la noticia en el parlamento ruso de que Trump había ganado las elecciones, toda la sala estalló en aplausos.
A pesar de sus celebraciones, no parece que Rusia haya llevado a cabo algún tipo de plan masivo para instalar a un candidato controlado por el Kremlin en la Casa Blanca. Para ellos, la victoria electoral de Trump fue una victoria en sí misma. Su populismo y sus mensajes divisivos han sembrado el descontento en Estados Unidos; ha argumentado en contra de la OTAN y ha alentado el Brexit. Los beneficiarios de estas políticas son Putin y su círculo de compinches de la KGB.
Reflexión
Durante la época de la Unión Soviética, la KGB era una importante fuerza de control dentro de la economía rusa. Su poder decayó en la década de 1990 cuando un grupo de jóvenes oligarcas llegó al poder, pero la presidencia de Vladimir Putin permitió que los ex-agentes de la KGB recuperaran el control de los negocios y la política rusa.
A lo largo de su presidencia, Putin ha erosionado lentamente la democracia de Rusia al tomar el control de los medios y otras industrias, todo mientras intentaba promover la misión imperial de su nación y sembrar la discordia en Occidente.
Toda esta historia, nos ayuda a comprender un poco más la situación que estamos viviendo hoy en día, donde Rusia ha cogido un papel fundamental en la esfera mundial, al decidir invadir por completo Ucrania y amenazar con cortes de gas a Europa.
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El Comité para la Seguridad del Estado, o más comúnmente KGB, fue el nombre de la agencia de inteligencia y de la agencia principal de policía secreta de la Unión Soviética del 13 de marzo de 1954 al 6 de noviembre de 1991.
El Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia o FSB es el principal servicio de seguridad nacional de Rusia, uno de los órganos federales que se encuentra bajo la jurisdicción inmediata del Presidente de Rusia.