¡HOLA! Soy Diego Puertas, un joven muy curioso, estudiante, emprendedor, inversor y quizás también un poco “cuñao”, no lo niego…🙃
En las últimas décadas, Japón, Corea del Sur y Taiwán han presentado algunas de las historias de desarrollo más impresionantes que el mundo jamás haya visto. China también ha presentado una historia de gran crecimiento, que ya analizamos en artículos anteriores: Así se está enriqueciendo China.
Sin embargo, otros países asiáticos, como Malasia, Tailandia o Filipinas, han intentado seguir sus pasos, sin mucho éxito, ya que su crecimiento económico solo fue sostenible por un corto período de tiempo. Entonces, ¿Qué fue lo que hizo que estas economías se desarrollaran de una manera tan diferente?
Para lograr un desarrollo exitoso, hay ciertos pasos que los estados pueden tomar, y deben ser en el orden correcto. Después de todo, aprendemos a caminar antes de correr. En el artículo de hoy exploraremos los pasos y políticas tomadas en estos países y veremos como un estado puede transformarse en una potencia económica.
Para más información, os recomiendo leeros el libro en el que está basado este artículo, How Asia Works.
La cuna del desarrollo económico: Agricultura Familiar.
Durante mucho tiempo, Asia se quedó atrás de los avances tecnológicos de Occidente. Sin embargo, primero Japón, Corea del Sur, Taiwán y, más recientemente, China, comenzaron a ponerse al día y transformarse en potencias económicas. ¿Cómo lo hicieron?
Si recuerdas el artículo Así se está enriqueciendo China, una de las claves fue la agricultura, la propiedad privada de los pequeños agricultores fue la primera piedra para que China lograra convertirse en el país que es hoy en día.
Al igual que China, los estados asiáticos más exitosos promovieron la agricultura familiar a pequeña escala antes que la agricultura a gran escala. La agricultura familiar maximiza la producción mediante el uso eficaz de la mano de obra disponible, mientras que la agricultura a gran escala genera pocos puestos de trabajo y una baja producción agrícola.
Esto puede parecer contradictorio, ya que las grandes granjas parecen ser el método más eficiente de producción agrícola. Sin embargo, a diferencia del sector manufacturero, el aumento de la escala en la agricultura no genera una mayor producción ni una mejor calidad. Tan solo los fertilizantes y la mano de obra intensiva pueden mejorar los rendimientos y la calidad.
Además, la mecanización que acompaña a la agricultura a gran escala puede ser dañina en los países pobres porque reduce la cantidad de trabajos agrícolas disponibles y el rendimiento que cada planta puede producir. La mecanización solo tiene sentido si la mano de obra es escasa, algo que no suele ser en el caso de los países pobres. De hecho, las técnicas intensivas en mano de obra humana son cruciales para obtener los mayores rendimientos posibles.
Por ejemplo, las verduras tolerantes a la sombra como el apio se pueden cultivar a la sombra de las plantas más altas, lo que hace posible que crezcan más en la misma área, pero esto requiere plantar y cosechar a mano. Tales técnicas crean productos agrícolas que eclipsan los de las máquinas y la agricultura a gran escala.
La promoción de la agricultura familiar también tiene otro claro beneficio, como es la creación de puestos de trabajo en estos países donde los sectores de la industria y los servicios no son fuertes.
Sabiendo lo beneficiosa que es este estilo agrario en países en desarrollo, ¿Cómo se promueve exactamente la agricultura familiar?
Antes que nada, hay que resolver el problema del terreno ¿Quién es el dueño y quién la necesita? Para ello, la solución que mejor funcionó fue la reforma agraria, la redistribución de la tierra entre la gente.
En Japón, después de la Segunda Guerra Mundial, la regulación respaldada por Estados Unidos luchaba por obtener el apoyo popular, en parte debido a la impopularidad de las propias fuerzas estadounidenses. Wolf Ladejinsky, un asesor agrícola, tenía la respuesta para ello, había sido testigo de la Revolución Rusa y entendió que la reforma agraria era crucial para generar el apoyo de la clase trabajadora.
Tras la reforma, había un límite máximo de tres hectáreas para las fincas. Lo que significó que los terratenientes ricos tenían que entregar su tierra excedente, que se redistribuyó entre los agricultores más pobres. Como resultado, a principios de la década de 1950, la producción y el consumo rurales habían crecido por encima de los niveles anteriores a la guerra y la desigualdad económica se redujo.
Otro ejemplo de una reforma agraria exitosa ocurrió en Taiwán, después de la guerra civil china, cuando el gobierno derrotado del Kuomintang se vio obligado a huir al estado insular. En 1953, asesorados por los políticos estadounidenses, decidieron buscar más apoyo popular mediante la implementación de la reforma agraria.
Los resultados fueron asombrosos. Al redistribuir la tierra por un valor equivalente al 13% del PIB del país, la cantidad de agricultores que poseían su propia tierra aumento del 30% en 1945 al 64% en 1960. Al mismo tiempo, el coeficiente de Gini, la medida estándar de desigualdad, mejoró de 0,56 a principios de la década de 1950 a 0,33 a mediados de la década de 1960.
Después de estos ejemplos de reformas agrarias, la producción bruta de productos alimenticios aumentó la mitad en Japón y tres cuartas partes en Taiwán, lo que creó una base económica estable para un mayor crecimiento.
El proteccionismo y la economía manufacturera.
Evidentemente, las exitosas economías modernas, no pueden basarse únicamente en la agricultura. Sin embargo, la política agrícola es el punto de partida del desarrollo. Una vez que se crea la base de un sector agrícola fuerte, la economía puede evolucionar hacia industrias de mayor valor agregado.
Por tanto, el siguiente paso para desarrollar una economía, es impulsar la industria manufacturera, antes que el sector servicios. Existen dos razones fundamentales por las que promover industrias manufactureras como el acero, los automóviles y los textiles es la mejor política para generar crecimiento:
En primer lugar, la fabricación no necesita una mano de obra altamente educada porque depende en gran medida de máquinas que se pueden utilizar con una formación mínima.
En segundo lugar, los productos manufacturados se comercian más fácilmente en el mercado mundial que los servicios, que a menudo requieren la libre circulación de mano de obra.
Dicho esto, la industria manufacturera no puede crecer sin ayuda. De hecho, una industria manufacturera local necesita protección antes de volverse competitiva.
En los países desarrollados, creemos que lo único que se necesita para generar riqueza es la competencia, que se promueve, por ejemplo, a través del libre comercio. Sin embargo, a excepción de los centros financieros extraterritoriales como Hong Kong o Singapur, ningún país se ha convertido en un competidor mundial simplemente a través del libre comercio.
Muchos gigantes económicos como Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido utilizaron políticas proteccionistas, es decir, políticas que protegen una industria contra la competencia limitando las importaciones, para nutrir sus industrias hasta que fueran lo suficientemente fuertes para enfrentar la competencia global.
Hay una buena razón detrás de todo esto, cuando las industrias están protegidas de la competencia global, las empresas pueden imitar y mejorar las tecnologías extranjeras hasta que puedan producir productos competitivos por sí mismas.
Por tanto, aunque el libre comercio debería ser el objetivo final de un país, solo es factible una vez que ha desarrollado su industria manufacturera hasta el nivel en que pueda competir con otras industrias.
Apoyar a los empresarios.
Una economía desarrollada no surge de la noche a la mañana. Se necesitan décadas, si no siglos, de cuidadosa planificación y acción.
Primero, el gobierno debe invertir activamente en el sector manufacturero. Por ejemplo, la industrialización de Japón comenzó en 1870 cuando el gobierno abrió una serie de fábricas piloto en industrias manufactureras básicas como bobinado de seda, minería y cemento. Tanto la maquinaria como los trabajadores profesionales fueron importados para llevar las empresas a los estándares internacionales.
Sus primeros productos fueron en su mayoría malas imitaciones, inferiores a los productos occidentales. Sin embargo, atendieron las necesidades de la economía local y, después de ser vendidos a empresarios privados en la década de 1880, la mayoría de las empresas piloto comenzaron a generar ganancias.
El segundo paso es cuando la industria manufacturera comienza a valerse por sí misma, momento en el cual el gobierno necesita usar la legislación para apoyar a los empresarios.
Por ejemplo, podría ser necesario eliminar los aranceles de importación de ciertos bienes para garantizar que una industria obtenga el suministro necesario de materias primas, incluso si eso daña las economías locales al exponerlas a la competencia extranjera. En Japón, se dio este paso cuando el empresario Shibusawa abrió una fábrica de algodón gigante a vapor en 1882.
Fue la mayor inversión jamás realizada en la industria algodonera japonesa y marcó la llegada de economías de escala a Japón. El gobierno apoyó a Shibusawa eliminando los aranceles de importación sobre el algodón crudo, sacrificando así los intereses de los cultivadores de algodón locales, que entonces estaban a merced de los competidores globales. Sin embargo, esta decisión impulsó la economía de Japón en general, la fábrica de Shibusawa terminó por sí sola con el déficit comercial crónico de Japón, y en 1914 los textiles de algodón representaban el 60% de todas las exportaciones japonesas.
Como hemos visto en el anterior apartado, es importante proteger a las nuevas empresas locales de la competencia internacional, pero tiene que llegar un momento en el que las empresas alcancen la etapa de madurez y puedan sobrevivir por sí mismas.
Este proceso lleva mucho tiempo y los gobiernos exitosos deben seguir impulsando el desarrollo de las empresas a través de medidas clave como promover las exportaciones y desarrollar la competencia interna.
Por ejemplo, países como Taiwán y Japón promovieron las exportaciones subsidiando a las empresas que más exportaban. Y Corea del Sur llevó las cosas un paso más allá, ya que dio a las empresas acceso al crédito bancario dependiendo de cuánto exportaran. Las empresas que no exportaron lo suficiente perdieron todo el apoyo estatal y se vieron obligados a fusionarse con sus pares más exitosos o cerrar el negocio por completo.
Corea del Sur, también sabía que necesitaba competencia nacional para preparar a sus empresas para el mercado mundial. Cuando comenzó su industria automotriz en 1973 aseguró una competencia vigorosa al establecer tres empresas privadas para competir en un mercado interno de solo 30 000 automóviles por año.
Los gobiernos asiáticos que ignoraron la importancia de la competencia no tuvieron tan buenos resultados.
Malasia, permitió que un monopolio estatal abasteciera a su mercado interno de 90 000 automóviles al año. Al principio, las cosas parecían estar bien, pero el abismo entre las naciones competitivas y las no competitivas finalmente se hizo evidente.
Durante los años 80 y 90, Asia experimentó sus "años de auge", de alto crecimiento. Algo que ocultaba la falta de una industria competitiva en ciertos países. Por tanto, cuando una crisis financiera sacudió el mundo asiático en 1997, los países del Norte, que habían impulsado las exportaciones y la competencia, se recuperaron mucho más rápido que los países del Sur, como Malasia y Tailandia. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los PIB eran similares, hoy Corea y Taiwán tienen un PIB per cápita cuatro veces mayor que Tailandia e Indonesia.
La desregulación financiera prematura suele acabar con el desarrollo.
A menudo, escuchamos a los economistas presionar por la desregulación financiera, pero ¿es siempre la mejor política?
En realidad, si la desregulación es prematura, puede socavar la capacidad del gobierno para desarrollar una industria competitiva.
Si hablamos de Malasia, que desreguló su bolsa de valores en 1989. El resultado que obtuvo fue desviar el dinero crucial para el desarrollo de la economía hacia la especulación, ya que los bancos se apresuraron a prestar dinero a los especuladores de altos ingresos, dejando poco dinero para las empresas que requerían préstamos. De hecho, un estudio realizado en la década de 1990 por el banco central encontró que las empresas de Malasia solo podían obtener una fracción muy pequeña del financiamiento que necesitaban de los bancos.
Por tanto, debido al apoyo insuficiente del sector financiero, el desarrollo tecnológico y de la industria manufacturera se volvieron casi imposibles.
Otros países asiáticos fueron más sabios, regulando su sector financiero con el objetivo de dirigir el dinero a las causas correctas.
Cómo Corea y Taiwán, países en los que el estado mantuvo el control sobre el sistema financiero y la especulación financiera limitada durante las fases cruciales del desarrollo. Los bancos recibieron incentivos para invertir de acuerdo con los intereses del gobierno, y los bancos centrales otorgaron préstamos con descuento a los bancos para facilitar las exportaciones o mejorar la tecnología.
Sin embargo, no hay que ser dogmático, bajo ciertas circunstancias, la desregulación financiera temprana puede funcionar. Singapur y Hong Kong son dos de esas excepciones. Su ubicación los convierte en centros de envío perfectos y, debido a su población pequeña y concentrada, no requieren muchos puestos de trabajo que solo podrían proporcionarse en la industria manufacturera o la agricultura. En cambio, podrían concentrarse en construir servicios financieros y comercio desde el principio.
Retirar la política comunista defectuosa puso en marcha el desarrollo económico de China.
Cogiendo el artículo Así se está enriqueciendo China y lo que hemos comentado en este, podemos entrar más en detalle en el caso chino, viendo los errores y aciertos de su desarrollo.
Durante mucho tiempo, la economía de China se estanco debido a dos errores de política comunista:
De primeras, los comunistas creían que la agricultura solo era eficiente a gran escala. Sin embargo el proceso de colectivización condujo a una hambruna generalizada y 30 millones de personas murieron de hambre.
En segundo lugar, querían ser autosuficientes, pero no entendían que el comercio era necesario para desarrollar su industria manufacturera. Al limitar el comercio internacional, China quedó aislada de la tecnología extranjera que necesitaba para desarrollar sus industrias.
Sin embargo, todo esto cambió cuando el líder chino Deng Xiaoping puso en marcha el progreso de China con tres estrategias de desarrollo que otros estados del noreste de Asia ya habían utilizado:
Primero, dio a los campesinos más autonomía al restablecer la agricultura familiar. Bajo Mao, los agricultores habían recibido una compensación por cumplir con una cuota de bienes producidos, pero no había recompensa por exceder esta cuota. Pero Xiaoping implementó el "sistema de responsabilidad del hogar". En este sistema, se redujeron las cuotas y se permitió a los agricultores vender su exceso de producción en un mercado no regulado. Este nuevo sistema dio lugar a un aumento masivo de la producción agrícola.
En segundo lugar, ayudó a desarrollar productos competitivos al abrir China al comercio y la tecnología internacionales. Comenzó en 1980 cuando China hizo un trato con la compañía eléctrica Westinghouse, que permitió a la empresa compartir la tecnología necesaria para comenzar a producir turbinas básicas en China. Hoy, los tres mayores productores de turbinas térmicas del mundo son empresas chinas.
Finalmente, tomó el control de las instituciones financieras e invirtió en desarrollo. Hoy en día, casi todos los activos bancarios en China son propiedad de bancos estatales. Y los tres bancos de políticas establecidos en 1994, el Banco de Exportación e Importación de China, el Banco de Desarrollo Agrícola de China y el Banco de Desarrollo de China, siguen siendo las principales fuerzas que impulsan las políticas de desarrollo como la disciplina de exportación y la producción agrícola a través de sus inversiones.
Por tanto, y pese al gran desarrollo económico de China que amenaza al dominio mundial de Estados Unidos, aún quedan grandes problemas por resolver en China, que podrían afectar a su desarrollo futuro.
Por un lado, depende demasiado de las empresas controladas por el estado. Las empresas estatales han demostrado que pueden prosperar en industrias donde la tecnología, como las turbinas térmicas, evoluciona de manera predecible. Sin embargo, los mercados de consumo modernos necesitan un mayor nivel de flexibilidad.
Otro gran problema es la tremenda desigualdad, existe una gran brecha de ingresos entre las zonas rurales y urbanas. En promedio, un ingreso urbano en China es tres veces mayor que uno rural.
Una razón de que la desigualdad siga siendo tan persistente, es que los campesinos no son dueños de sus tierras en China, lo que los hace reacios a invertir y desarrollar sus granjas. Tampoco pueden vender su tierra para obtener ganancias. Lo que es peor, el gobierno siempre puede rescindir el contrato del agricultor y recuperar su tierra si lo considera necesario, dejando al agricultor en la estacada.
Si China realmente quiere reducir la brecha de ingresos, deberá llevar la reforma agraria al siguiente nivel y permitir que los agricultores sean propietarios de tierras, siguiendo los pasos que en su día tomaron Japón y Taiwán.
Reflexión y puntos claves del desarrollo económico.
En general, para impulsar el avance económico de un país en desarrollo, hay una serie de pautas claras que seguir:
Primero, los gobiernos deben promover la agricultura familiar, deben de fomentar que los pequeños agricultores sean propietarios, y puedan vender sus excedentes en mercados, lo que permitirá que se enriquezcan y puedan reinvertir en el desarrollo de sus parcelas.
En segundo lugar, es importante adoptar medidas proteccionistas y generar competencia dentro del mercado local, para crear una industria manufacturera fuerte que pueda competir con el resto del mundo.
Y por último, aprovechar el sector financiero para beneficiar la economía del país, apoyando a emprendedores y empresas en su competencia mundial.
Sinceramente pienso que Asia está haciendo las cosas bien, respecto a occidente, están en una situación de desarrollo totalmente distinta.
¡MUCHAS GRACIAS!
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